Todos sabemos la importancia que tiene practicar deporte para disfrutar de una vida más saludable y equilibrada, tanto física como psicológicamente. De la misma forma que hacer ejercicio es fundamental para nosotros, también lo es para nuestros hijos. Correr, ir en bicicleta, jugar a fútbol, nadar o hacer gimnástica son solo algunos ejemplos de las actividades que realizan los más pequeños a lo largo del día, y que les aportan una gran cantidad de beneficios.
El deporte tiene consecuencias muy positivas en la salud y el estado físico de los niños, porque favorece la adquisición de habilidades motoras durante la etapa de crecimiento.
Paralelamente, el deporte facilita la prevención de uno de los principales problemas de salud en los niños de nuestra sociedad: el sobrepeso y la obesidad infantil. En los últimos años, los hábitos alimentarios han cambiado, y la sociedad se ha vuelto más sedentaria: en consecuencia, es importante que los pequeños hagan deporte, y lo combinen con una alimentación sana. Además, el hecho de hacer ejercicio físico facilita que coman y duerman mejor, ya que desgasta, abre el apetito y regula las horas de comer y descansar. En consecuencia, mejora el bienestar y la vitalidad de los niños, que también adquieren un mayor interés por la higiene y la salud.
Y, por supuesto, no podemos olvidar que el deporte es terapéutico. En algunos casos, puede servir para corregir algunos problemas físicos de la infancia, como algunas patologías de los pies o posturas incorrectas de la espalda.
Pero el deporte no solo es una cuestión de estado físico. No podemos referirnos a los beneficios del deporte sin mencionar la gran influencia que tiene en las relaciones sociales de cualquier persona a lo largo de su vida; también en la infancia.
Y es que el deporte fomenta la socialización de los niños, les motiva a conocer nuevos amigos y les ayuda a superar la timidez. Si, además, es un deporte en equipo, les inculca valores como la responsabilidad, la necesidad de trabajar en equipo y de esforzarse todos juntos para la consecución de un objetivo. El individualismo queda atrás para dejar paso al sentimiento de pertenencia dentro del grupo. Esto es importante en edades tempranas, pero va cobrando aún más relevancia cuando se llega a la adolescencia, una etapa de la vida en la que, en muchos casos, resulta fundamental la aceptación social.
El deporte también tiene una gran cantidad de beneficios psicológicos en los niños. Cada competición y cada entreno son una pequeña lección vital: aprenden el significado de “ganar” y “perder”, y asumen que en el deporte, como en cualquier otra cuestión de la vida, siempre hay alguien con más habilidades que ellos.
Como la práctica del deporte implica disciplina, también facilita que los niños se vean obligados a organizarse y a trabajar de forma eficaz en el colegio, por lo que mejora su rendimiento escolar. Además, hay estudios que demuestran que el deporte ayuda al desarrollo del cerebro.
A menudo, el ejercicio físico también es una vía de escape para descargar la tensión y los nervios acumulados a lo largo de la semana, y frenar los impulsos excesivos tanto en niños como adolescentes o adultos.
Finalmente, el deporte tiene consecuencias muy positivas para la personalidad y la autoestima del niño. Defenderse, atacar, llevar a cabo una misión en grupo o notarse hábil para alguna actividad permite a los pequeños sentirse seguros y satisfechos de sí mismos.
Parte de este deporte que se recomienda para los niños incluye actividades planificadas, en la escuela o en actividades extraescolares, por ejemplo. Pero una parte muy importante del ejercicio físico de los niños también se obtiene a través del juego libre: utilizar las bicicletas para niños, remojarse en piscinas hinchables en el jardín, subir y bajar los toboganes en el parque, correr persiguiendo palomas en una plaza de la ciudad o jugar en los columpios del colegio…
