¡A la búsqueda del tesoro!

¿Alguna vez has visto a un niño jugando con la caja más que con el regalo que había dentro? ¿Cuántas veces el juego más sencillo tiene más éxito que el más caro y sofisticado? La mente de los niños es narrativa y genera historias imaginativas con la menor excusa. “Yo era un pirata y tú eras un cocodrilo que venía a atacarme…”, y a esto pueden jugar durante un buen rato, solo apoyándose en un juguete de lo más sencillo, un trozo de cartón pintado y recortado o hasta un cojín. Por eso, lo más importante en un juego no es su precio ni su complejidad, sino la creatividad del que está jugando. Y en eso, los niños son auténticos maestros. ¿Cómo podemos ayudarles a crear mundos divertidos en los que cualquier cosa puede ocurrir?

Explorando el entorno

Uno de los objetivos del juego es que los niños exploren el mundo, aprendan a salir fuera, sigan su espíritu aventurero y satisfagan su curiosidad. De esta forma, también experimentan el ser más autónomos, salvan pequeños obstáculos o resuelven algún inconveniente. Adentrarse en mundos desconocidos es relativamente sencillo para un niño, pues tiene todo el mundo por descubrir, así que cualquier cosa puede ser una aventura. La exploración del entorno se puede hacer saliendo simplemente a hacer una pequeña excursión por lugares cercanos. También pueden sumarse a la aventura los walkie talkies para niños, si se juega en grupo y se quiere añadir un componente de secretismo y complicidad, u otros juegos de explorador de la naturaleza que contengan elementos de ayuda para la exploración.

En la selva

Los viajes a la selva y a territorios desconocidos han inspirado un montón de películas y libros. El contacto imaginario con la naturaleza salvaje tiene el atractivo de lo desconocido y del encuentro con animales y criaturas de todo tipo. Crear un entorno salvaje puede ser tan fácil como dibujarlo ayudándonos de lápices de colores, o recrearlo con los peluches que tengamos por casa. Un osito puede ser el monstruo más peligroso y cruel solo echándole algo de imaginación, y sin duda, los niños andan sobrados de eso. También existen juguetes como los periscopios infantiles, que nos permiten explorar el entorno y observar a los animales, en este caso no tan salvajes, que puedan habitar cerca de casa.

¡Un tesoro!

Toda aventura tiene un objetivo que cumplir, que puede ser encontrar algo, salvar a alguien, enfrentarse a un conflicto… La búsqueda de un tesoro es uno de los objetivos más habituales en los cuentos, y por tanto, de lo más atractivo para los niños. Esta búsqueda del tesoro se puede hacer de la manera más sencilla, como escondiendo dulces o cualquier pequeño objeto que luego el niño vaya a recibir como premio. También puede ayudarse de algún juguete. Existen juegos en los que se pueden crear los tesoros para después poder jugar a descubrirlos, y también detectores de metales, que llaman mucho la atención de los niños porque ayudan a encontrar algo inesperado y desconocido allá donde estén.

Sea como sea, el único elemento que necesitará un niño para jugar a explorar va a ser uno con el que viene dotado de serie: su propia imaginación. A partir de ahí, lo demás es un apoyo para que la diversión continúe.

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