Los disfraces, mucho más que vestidos

¿Recuerdas aquellas fotos de cuando eras pequeño/a con el disfraz puesto? Son entrañables y forman parte de nuestro pasado,  de nuestras experiencias y de nuestro legado, porque lo que vivimos y experimentamos, influye en como somos y consecuentemente, influirá en nuestros hijos. Si recordamos haber disfrutado jugando disfrazados, desearemos que ellos también disfruten y les haremos mil fotos para que también se rían y tengan recuerdos geniales cuando sean mayores.
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Además de para tener recuerdos, los disfraces tienen una función muy importante en el desarrollo de los niños. Salir de su “yo” para ponerse en la piel de su personaje es muy estimulante y didáctico. No hay mejor método para aprender que ponerse en el papel asignado, así que si les disfrazamos de médicos y les explicamos que para examinar al paciente deben usar el estetoscopio, el termómetro, unas pinzas… en definitiva,  les enseñamos cómo se usan los distintos instrumentos, adquirirán estos conocimientos y el vocabulario específico de un modo totalmente lúdico y casi sin darse cuenta. Y quién sabe, quizás cuando vayamos al médico ya no les cause tanto temor porque ya están familiarizados con ése rol.

Desde esta perspectiva, podemos tratar muchos otros oficios y enseñarles un extenso vocabulario, con un disfraz de astronauta, enfermera, bombero, policía, mecánico, cocinero y pastelero… profesiones fácilmente identificables que ayudarán a los niños a entender mejor su entorno y realidad.
Los disfraces también pueden ser muy indicados para aprender acerca de culturas, como los vestidos tradicionales regionales o aquellos de otras latitudes como los Hindúes, Chinos, Khmer, etc., que suelen ser muy alegres, con vistosos colores, pulseras y otros ornamentos, que suelen encantar a los niños algo más mayores.

Asimismo, un disfraz además ayuda a desarrollar la imaginación y la creatividad de los niños. Primero inventando mil historias relacionadas con el traje que lleven: si el disfraz es de superhéroe por ejemplo, seguro que va a salvar a todos los amigos en apuros y a intentar neutralizar al malhechor de turno. Sólo con eso, tienen para toda una mañana de juegos, persecuciones y aventuras. SuperHéroePor otro lado, fomentan la creatividad por ejemplo, construyendo máscaras, coronas, sombreros o incluso, pintándose con maquillaje infantil la cara de tigre, mariposa, fantásticas formas con colores y purpurina…

Y luego está la vertiente terapéutica. Déjale escoger a él/ella a la hora de comprar un disfraz, eso ya te dará una pista sobre qué le gusta y con qué se identifica.  Quizás te lleves una sorpresa viéndole vestido/a de maestro que reprende a un alumno molestón ¿Está teniendo problemas con ese niño?, quizás le veas liberar tensiones siendo un león o te sorprenda montando un gran escenario y cantando micrófono en mano mil canciones disfrazado de Pop-Star delante de un público compuesto de 10 muñecos…

Por eso, un disfraz no sólo es un traje, es un medio para aprender, para empatizar, para socializarse y  entender lo que sienten o lo que hacen los demás, es un estímulo adicional a su imaginación y creatividad y para nosotros, un modo de aprender más sobre nuestros propios hijos.

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