¿Recuerdas cuándo eras pequeño y jugabas a construir casas o puentes con cualquier cosa, como piedras o troncos pequeños? Apilar, construir, encajar, jugar… y desmontar para volver a empezar es una actividad natural para todos los niños del mundo. No es extraño, pues, que los juegos de construcciones se hayan convertido en todo un clásico.
Parte de este éxito también se debe al gran valor educativo que tienen estos juguetes. Expertos y familias son los primeros interesados en que los niños jueguen a hacer construcciones, porque es una actividad que les aporta múltiples beneficios. ¿Los conoces?
En las primeras etapas, los bloques de los juegos de construcciones suelen ser más grandes para que los niños puedan cogerlos y manipularlos fácilmente. En esa edad, el principal atractivo es poder encajar piezas, amontonarlas, poner una dentro de la otra… y derribarlo todo y lanzarlo por el suelo. En este proceso, los juegos de construcción y apilables les permiten a los niños empezar a investigar el comportamiento de los objetos, a diferenciarlos por el color y la forma, a relacionarlos unos con otros. Es el momento de empezar a observar y manipular.
Pero es a partir de los 3 años cuando realmente los niños son capaces de aprovechar al máximo las posibilidades creativas de estos juguetes. Conforme la dificultad es más grande, ya no solo apilan y encajan, sino que van construyendo escenarios, objetos y edificios con sentido, recreando mundos reales o imaginarios. Estas acciones les aportan múltiples beneficios:
– Habilidades motoras finas
Agarrar, mover y colocar los bloques de una forma determinada permite el desarrollo de la destreza y de la coordinación entre las manos y la vista. También fortalece la musculatura y el movimiento de las manos y los dedos de los pequeños, a la vez que les enseña a controlar la presión y la fuerza.
– Creatividad
Sin duda uno de los beneficios estrella de los juegos de construcciones. Aunque en algunos casos se indican algunas de las formas a construir, hay muchos juegos que permiten dejar rienda suelta a la imaginación. ¡Sin límites!
– Lógica y visión espacial
Alto – bajo, grande – pequeño, corto – largo, izquierda – derecha, arriba – abajo, delante – detrás… Todos estos conceptos son claves para que las construcciones no caigan, lo que hará que los niños vayan adquiriendo consciencia sobre ellos y los apliquen de forma lógica en sus juegos. Poco a poco irán incorporando, también, nociones de equilibrio y simetría, y serán conscientes del espacio que necesitan para cada tipo de estructura.
Al mismo tiempo, adquirirán vocabulario (colores, formas…) y algunas nociones matemáticas básicas, como cuántos bloques pequeños se deben sumar para formar uno grande.
– Organización
Construir exige planificación y organización, especialmente cuando las estructuras son complejas.
Los niños aprenden a ordenar, clasificar y escoger las piezas, y a recogerlas cuando terminan para no perder ninguna.
– Interacción social
Los juegos de construcciones son el tipo de juguete perfecto para compartir con otros niños o con las familias. ¡Sumando esfuerzos, los resultados aún son mejores! Fomentar la interacción social y la colaboración es una forma de motivar a los pequeños a aprender junto a los otros. Seguramente los bloques son uno de sus primeros trabajos en equipo.
– Concentración
Tanto si juegan solos como en equipo, las construcciones les exigen la máxima concentración. Cualquier despiste puede ser una «catástrofe» para su estructura… Por lo que no es extraño oír padres y madres que digan: «¡Mi hijo se entretiene un montón con los bloques!».
De juegos de construcciones hay de muchas variedades, por lo que podemos escoger sin problemas aquellos que encajen más con el carácter y las preferencias de cada niño.
