¿Cómo aprenden los colores los niños?

Durante el proceso de aprendizaje, descubrir el nombre de los colores es un paso importante. Éste se produce en paralelo a la adquisición de otras palabras, correspondientes a objetos o a personas próximas para los niños, y que poco a poco van formando parte de su vocabulario.

En particular, el proceso de aprender los colores es un poco más complejo, ya que están presentes en todas partes, existen numerosas tonalidades y detrás de sus nombres hay cuestiones culturales. Muchos de nosotros hemos oído alguna vez que los esquimales pueden distinguir decenas de tipos de blancos distintos, y tienen un nombre diferente para cada uno de ellos. Esto nos demuestra que la apreciación de los colores no es una cuestión de precisión matemática, y que hay muchísimos matices.

El proceso de aprendizaje de los colores está formado por diferentes etapas. En un primer momento, podríamos decir que los niños son capaces de percibir los colores, aunque no de distinguirlos específicamente entre ellos. Poco a poco, aprenden a identificar las diferencias entre cada uno de ellos, aunque todavía no les otorgan un nombre específico. A base de repetir su nombre y de mostrarle objetos que se identifiquen con ellos, los pequeños aprenden a llamar cada color correctamente, e incluso a comparar y a relacionar objetos con tonalidades similares.

Podemos empezar por los colores más básicos, como el rojo, el azul o el amarillo, que serán más fáciles de trabajar. También los colores más extremos, como el blanco o el negro. A partir de aquí, se abre un abanico muy grande de opciones, y debemos tener en cuenta que, como ya hemos comentado, los matices son infinitos. No existe un solo rojo, ni un solo naranja, ni un solo verde… Hay verdes que también se pueden llamar azules, amarillos que se acercan al verde, o rojos anaranjados. Poco a poco y con paciencia, nuestros pequeños irán aprendiendo a categorizar cada uno de ellos.

Trucos para aprender los colores

Tenemos a nuestra disposición muchísimos recursos diferentes para potenciar el aprendizaje de los colores de forma natural y divertida, sin presiones. Uno de nuestros favoritos es, por ejemplo, jugar al día del color: elegimos un color que será el predominante durante todo el día, por ejemplo el rojo, nos vestimos de ese color y jugamos con los juguetes que tengan tonalidades similares. También jugamos al Veo, veo por la calle y en casa, buscando objetos de ese mismo color: coches rojos, flores rojas, señales de tráfico rojas… ¡Incluso podemos comer alimentos de color rojo! Tomates, fresas, cerezas, pimientos, rábanos, manzanas, granadas, frambuesas…

Otra actividad súper divertida es aprender a distinguir el color en dos objetos iguales. Para ello cogemos dos cosas que sean diferentes sólo en color, no en cualquier otra dimensión (forma, tamaño…). Por ejemplo, dos piezas de Lego de la misma forma, dos bloques de construcción muy similares, dos bolas de plastilina… Los niños deberán cumplir alguna orden determinada con ellos: por ejemplo, señalar el de color rojo, agarrar el de color verde…

Finalmente, podemos optar también por el juego de relacionar colores usando los objetos de los niños: sus juguetes, su ropa… Cogemos 3-4 hojas de papel y pintamos en ellas un círculo de cada color que queremos trabajar. Por ejemplo, uno rojo, uno azul, uno amarillo y uno negro. Los ponemos en el suelo y pedimos a los niños que pongan encima de cada círculo sus objetos que correspondan a ese color.

¿Te han gustado nuestras propuestas? ¿Tienes algún truco más para aprender los colores? ¡Cuéntanoslo! Y no te olvides de pasar por nuestra sección de juegos para aprender los colores y las formas.

Compartir en:

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *