Cómo enseñar a los niños a tener más paciencia

Los niños pequeños son impacientes. Los son porque todavía no conocen el significado del tiempo. No entienden la diferencia entre ayer, hoy, mañana, dentro de un rato o la semana que viene. Viven en el presente y no conocen la espera. Por eso lo quieren todo “ahora” y se impacientan cuando no lo consiguen, porque para ellos el presente es el único tiempo que existe. Y, aunque poco a poco irán aprendiendo que deben saber esperar, es importante que les ayudemos a ser pacientes desde pequeños ya que esta será una habilidad fundamental para que alcancen todas sus metas.

¿Por qué es importante que los niños aprendan a ser pacientes?

La paciencia es una virtud clave para lograr el éxito en todos los ámbitos de la vida. Es imprescindible para manejar con calma y buena actitud las situaciones estresantes o los retos complicados y, además, está estrechamente relacionada con nuestra capacidad de concentración, autocontrol y esfuerzo. Esto la convierte en una virtud esencial para aprender a tolerar la frustración y aceptar las dificultades.

Por otro lado, también es imprescindible para valorar, sentir y vivir el presente de un modo saludable, sin que la presión del futuro nos traiga sufrimiento e insatisfacción. Nos ayuda a ser más reflexivos y a tomar las decisiones adecuadas. Y también nos proporciona algunas de las habilidades sociales necesarias para relacionarnos de un modo saludable con los demás. Mejora la empatía y, por tanto, la capacidad de ser más tolerantes y comprensivos con los demás.

¿Cómo podemos enseñar a los niños a ser más pacientes?

Como la mayoría de las habilidades y valores, la paciencia es una virtud que se aprende mediante la práctica y el ejemplo. Es por ese motivo por lo que también es una de las más difíciles de enseñar. Y es que, en un mundo marcado por el estrés y los plazos de entrega, los adultos también ponemos nuestra paciencia a prueba cada día. Y, en muchas ocasiones, fracasamos.

Las herramientas, actividades y consejos que te ofrecemos a continuación no solo buscan ayudarte a enseñar a tus hijos a ser más pacientes. También te proponemos que los realicéis y los pongáis en práctica conjuntamente y que analices cómo reaccionas ante las situaciones estresantes y frenéticas de la vida adulta, ya que el principal modelo de los niños son sus padres.

10 consejos para mejorar la paciencia de los niños

1. Sé su mejor modelo de paciencia y da ejemplo.

Reacciona con calma y autocontrol ante las situaciones que te provoquen estrés y frustración, sobre todo cuando estés con ellos. Eres su principal modelo de conducta y, por tanto, consideran que tus acciones y reacciones son las correctas. Gritar, amenazar y ponerte nervioso ante cualquier contratiempo no les enseñará a controlar sus propias emociones. Y no puedes exigirles que actúen paciencia y calma si ni tú mismo no eres capaz de hacerlo.

2. No se lo des todo al momento. Aplica retrasos intencionados y enséñales a esperar su turno.

Es importante que entiendan que no siempre puedes ni debes estar disponible de inmediato para atender sus necesidades. Para conseguirlo, la comunicación es básica. No les regañes por interrumpirte y tampoco les ignores. Explícales amablemente que les atenderás cuando puedas.

3. No les ignores.

Atiende sus necesidades de forma oportuna, no ser atendidos les crea impaciencia y les hace más irritables. Recuerda también que tu respuesta ante sus peticiones no puede ni deber ser siempre “sí”.  También deben aprender que no tendrán siempre lo que quieren.

4. Enséñales a respetar el turno de los demás

En la cola del supermercado o en el parque. Ellos siempre quieren ser los primeros, pero deben aprender a esperar. Excusarles o intentar que pasen por delante de otros por su edad no solo les hace impacientes, sino que les impide aprender otros valores como la empatía y la capacidad de compartir. 

5. Haz que esperen antes de hablar

Deben aprender a esperar antes de hablar y a no interrumpir a los demás mientras están conversando. Esto también es clave para que aprendan a escuchar y a comunicarse con los demás. Y es también una de las situaciones en las que, como adulto, debes darles ejemplo.

6. Ayúdales a comprender el tiempo de espera

Recuerda que todavía no han desarrollado el sentido del tiempo, así que necesitarán ejemplos concretos que les ayuden a entender la espera. Emplea horarios, rutinas y temporizadores claros, y poco a poco enséñales a medir el tiempo. Evita respuestas vagas como “dentro de un rato” ya que pueden confundirle. Y usa frases más específicas relacionados con sus rutinas, ya que, aunque no entienden el tiempo, si comprenden el orden de los acontecimientos.  

7. Cumple tus promesas

Asegúrate de cumplir tu promesa cuando el plazo de tiempo acabe. Si no es posible, explícale los motivos para que no se sientan olvidados. Esto les ayudará a sobrellevar la espera con más facilidad.

8. Potencia el autocontrol

Nunca cedas ante sus llantos, gritos o rabietas. Hacerlo no solo evitará que desarrolle la paciencia y el autocontrol, sino que les transmitirá la idea que estas actitudes les pueden ayudar a conseguir lo que quieren fácilmente.

9. Escúchalos y empatiza con ellos de manera activa

En ocasiones, como en la consulta del médico, hay que saber esperar y tener paciencia. Pero las esperar largas pueden resultarles difíciles de gestionar. Recurre a la escucha activa, empatiza con ellos y préstales atención. Muchas veces esto será suficiente para que esperen pacientemente.

10. Dale herramientas para gestionar la espera

Transmíteles que el tiempo de espera también puede ser positivo. Una pausa puede ser un gran momento para pensar y reflexionar, pero también puede utilizarse para realizar otras actividades. A medida que crezcan, deberán desarrollar sus propias herramientas para gestionarla, pero podemos darles algunas ideas. Leer, dibujar o pintar, por ejemplo, son una buena manera de aprovechar el tiempo de espera.

Como ves, muchas de estas pautas y consejos no solo son válidos para que los niños aprendan a ser más pacientes, sino que en muchas ocasiones los adultos también debemos aplicárnoslas. Nos ayudarán a practicar con el ejemplo y a afrontar nuestras propias frustraciones de un modo mucho más saludable.

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